lunes, 22 de marzo de 2010

Protección del menor.

El sistema de protección a la infancia en la Comunidad de Madrid está integrado por diversas instituciones competentes en la atención a la infancia y a la familia que actúan desde diferentes ámbitos: sociales, educativos, sanitarios y judiciales.

El Instituto Madrileño del Menor y la Familia forma parte activa de dicho sistema al tener encomendadas las competencias que a la Comunidad de Madrid corresponden en materia de protección de menores.

viernes, 19 de marzo de 2010

El I.M.M.F.



Desde el siguiente enlace, podeis acceder a una presentación que muestra la acción del Instituto del Menor y la Familia (I.M.M.F), algunos datos estadísticos de la institución que permiten ver la evolución de las necesidades del servicio; junto con la aclaración de algunos términos y procesos respaldados con el marco normativo pertinente.
El I.M.M.F se encarga de coordinar una serie de actuaciones que inciden en el bienestar social de los niños, así como proporcionar políticas de protección a las familias. Dirige y gestiona los centros de protección, residencias y hogares de protección, residencias epecificas, residencias en régimen especial y centros no residenciales para la atención a los menores de la Comunidad de Madrid.

http://imap.eventosms.com/ponencias_15_abril/1200_victoria_ruiz_perez.pdf

martes, 2 de marzo de 2010

¿Protección?



Los Centros de Protección de Menores proporcionarán a los menores abandonados o que han sido separados temporalmente de sus familias, una alternativa de convivencia adecuada a sus necesidades, colocando al menor en un ambiente de desarrollo sustitutivo al de la propia familia que le proporcione seguridad, afecto y cobertura de sus necesidades como sujeto que se encuentra en una etapa clave de su crecimiento; proporcionándoles un medio que da una respuesta temporal a la situación de deprivación, que de una manera u otra, han sufrido y protegiéndoles. La situación de éstos menores desprotegidos es de especial vulnerabilidad e indefensión por varias razones: por su condición de menor; por las circunstancias que han vivido y les han dejado una huella (física y psicológica); porque las familias de las que provienen suelen tener pocos recursos económicos y personales o son familias desestructuradas por diferentes problemas (violencia, drogas, muerte, enfermedad...); o simplemente no quieren hacerse cargo del menor y lo abandonan.

Pero antes de que se tome la decisión de separar al menor de su familia natural o de la familia extensa (si existiera) se exige en primer lugar un trabajo en el propio contexto familiar. Para dar la oportunidad a ésos padres o familia de recibir la ayuda necesaria para superar esa situación y desarrollar sus competencias; ya sea mediante apoyo, formación y orientación profesional o bien a través de prestaciones materiales y económicas (aunque el dinero ayuda mucho, no lo es todo). Hay veces que la situación no mejora con las intervenciones familiares, y se hace preciso, en interés del menor, la separación del hogar familiar. Hay veces que éste trabajo familiar previo brilla por su ausencia desde las distintas instancias e instituciones pertinentes y provoca el internamiento de los menores, con las consecuencias emocionales y psicológicas que ésta situación y las que se produzcan como repercusión ocasionarán.

Los sentimientos experimentados por éstos chavales durante todo su internamiento son muy diferentes y complicados, incluso enfrentados: malestar, indefensión, soledad, miedo, desahogo, marginación, confianza, tranquilidad, liberación, seguridad, culpabilidad... Provocados por muchas razones: el procedimiento de separación familiar; los cambios de centro; la separación entre hermanos; la desinformación sobre su situación, su realidad y los cambios que se van produciendo; la falta de participación activa en su historia (los adultos son los que van tomando decisiones sobre su vida); el espacio de los centros; la inestabilidad de la plantilla de educadores; las normas y el tiempo estructurado de los centros ... ¡Son tantas las variables que actúan y que se deben tener en cuenta!.
Es preciso resaltar que todo va a depender de las circunstancias de cada uno de los menores: si tiene familia y ésta es recuperable; si está sólo; si ha sido maltratado; si tiene alguna alteración psicológica o del comportamiento... y miles de condicionantes más que dejan patente la complejidad en éste ámbito. Todo esto se une a la gran diversidad de menores que tienen que convivir en cada centro, hecho que complica la convivencia y la intervención.

Educar, en general, es una tarea muy difícil y complicada para la que nunca se siente uno suficientemente preparado. Hablamos de un “más difícil todavía” cuando tratamos de educar a niños y adolescentes con graves alteraciones y trastornos psicológicos y conductuales, producidas por las situaciones que han vivido y que están en un lugar, que en la mayoría de los casos no quieren estar. Muchos menores que llegan a los centros de protección son muy problemáticos, mucho más de lo que se puede reflejar en los documentales o en los manuales. El personal que desempeñamos labores en estos centros tenemos que reconocer la falta de medios y de recursos, pero no quedarnos ahí; porque a pesar de ser un trabajo duro, intenso y en ocasiones, bastante frustrante, está lleno de emotividad, empatía, paciencia, don de gentes, humanidad, afecto, lucha, implicación... todo ello necesario para que la atención educativa haga efecto. Esta particular impotencia la viven los equipos de educadores que intervienen con ellos. Todas estas personas, más allá de su carácter profesional, sufren muchas veces al encontrarse superados por la complejidad del problema; la indefinición del encargo de intervención; la falta de información; los escasos dispositivos de actuación eficaz; los continuos y sucesivos conflictos de convivencia que presentan estos niños o adolescentes difíciles. Impotencia, que también queda reflejada al caer en la cuenta de las numerosas posibilidades, alternativas, apoyos y oportunidades que se dan a algunas familias, y que éstas desaprovechan una y otra y otra vez. Mientras tanto, a éstos menores nadie les pregunta y siguen viviendo un internamiento indefinido, esperando a que sus padres, tíos, abuelos… mejoren su situación, dejen de consumir, se preocupen por ellos, no roben, no les peguen, les reclamen, se les lleven, les devuelvan, quieran hacerse cargo... haciendo que vivan en una realidad paralela, generando expectativas y sueños que no se realizarán, lamentablemente, en muchas ocasiones.

Pero a pesar de los baches, del duro trabajo, del desánimo, de la lucha, de la desesperación, de la tristeza... hay casos que tienen un final feliz y que posibilitan una reunificación familiar (cuando hay familia sana), o un acogimiento familiar, o una preparación para una vida adulta lo más “normalizada posible”. Y así el comienzo de una “nueva vida” llena de posibilidades en la que nunca se olvidarán de lo que han vivido y de la gente que les cuidó, les ayudó a crecer, les regañó, les paró, les animó, les contuvo, les dio cariño, les tendió la mano para levantarse, les enseñó... “Nueva vida”, que para evitar posibles limitaciones o problemas, necesita de un andamiaje a posteriori, de un apoyo; necesita de la supervisión y ayuda de los profesionales. Van a comenzar a caminar y hay que estar pendientes y evitar que se caigan.

Buenas maneras.

¿Qué importante es dar buen ejemplo a los niños? no solo lo que aprenden en los libros es importante. Es importante que tanto en casa como en el colegio, los mayores den un buen ejemplo, siendo éste una de las mejores enseñanzas y la que mejor retienen los más pequeños. El tópico de que los niños son como esponjas, es bastante acertado. Pero además suelen tener una particularidad, siempre retienen mejor los malos ejemplos (las palabrotas, los gestos incorrectos, los golpes etc.) - como se ve en el vídeo anterior-. Por eso es muy importante la forma de actuar de las personas que le rodean.

Si es preciso se le puede regañar y explicarle porque una cosa está bien o mal hecha. siempre que sea posible, hay que razonar su comportamiento. Lo que no debe hacer es reñirle en público, poniendo en evidencia al niño. Se debe hacer en privado. Tampoco es correcto discutir con otro u otros mayores el regaño o castigo impuesto por una falta del niño. Si no está de acuerdo lo mejor es discutirlo en privado. Y no debe cuestionar nunca en público la autoridad de la otra persona (su madre, su padre, su abuela, etc.). Tampoco es un comportamiento demasiado correcto dar "refugio" o cobijo al niño con mimos y dejando en mal lugar a la persona que le ha regañado. Es un mal ejemplo para el niño que aprenderá a solicitar este "apoyo" siempre que le regañen.

El comportamiento ajeno también es una buena fuente de aprendizaje. Cuando otro menor hace algo que no debe puede ser un buen momento para indicarle a su pequeño lo que no debe hacer. En un parque, en un centro comercial, etc. puede encontrar muchos ejemplos (por desgracia) de lo que no se debe hacer. Utilícelos con sus pequeños.

En ciertos momentos, es importante también explicarles a los más pequeños las posibles consecuencias de su mal comportamiento. Que aprendan a que ser maleducados o tener un comportamiento incorrecto les puede acarrear un castigo o penalización (quedarse sin jugar a su videoconsola de juegos, sir ir a una fiesta, sin ver su programa favorito de la tele, etc.). Por el lado contrario, también puede premiar un comportamiento correcto de los más pequeños cuando se portan bien en el cine, en casa de un amigo o familiar, en la calle o en un parque, etc.

Haciendo un símil con la informática, los niños son como un ordenador que vienen con el "disco duro" vacío. Y son los mayores a su cargo los que deben ir "grabando" en él los conocimientos necesarios para que tenga un correcto desarrollo en todos los sentidos, y lograr formar a una persona, que utilizará, con toda seguridad, esos conocimientos adquiridos (grabados en su disco duro) durante el resto de su vida. Por eso es tan importante darles una buena educación, porque es un pilar básico para toda su vida.

Recuerde que siempre es mejor razonar que imponer. Que siempre es mejor premiar que castigar.